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Isabella Herrera

Vida: una serie de pequeños milagros




Siendo honestos, se nos obligo a venir a este mundo; hemos sido tirados a nuestra merced y sin un propósito específico en un mundo cambiante, enorme y francamente, aterrorizante. Se nos ha impuesto la responsabilidad de existir y de seguir el mismo ciclo que miles de millones han seguido antes que nosotros. Esa responsabilidad que, mientras que a algunos aterroriza y preocupa mientras que a otros da igual y la viven día a día, tiene una posibilidad extraordinariamente pequeña de pasar. Para

dar contexto, las posibilidades de que uno nazca son de 1 en 10 a la potencia de 2,685,000 (Binazir, 2014.) Básicamente, es un milagro que hoy me encuentre escribiendo esto.


¿Pero realmente es posible apreciar el milagro impuesto que somos cuando este es repetido en absolutamente todo lo que nos rodea, lo que lo hace lo más común?


Claro que muchos pueden decir que aprecian su vida, pero muy pocos pueden decir que realmente la honran y consecuentemente, la viven.

Vivir está definido como la acción de existir, de ahí la confusión entre estos dos términos.

Todos existimos, y junto con la muerte, esto es lo único certero. No hay seguridad de que vamos a despertar mañana, no hay seguridad de que vamos a disfrutar esta vida, no hay seguridad de absolutamente nada excepto de que esta respiración puede ser la última.

Esta incertidumbre es terrorífica, pues nos deja ver lo insignificante que es el milagro de la vida. Nos deja ver como realmente no tenemos un propósito, pues somos solo un ser más en un universo entero lleno de milagros (algunos, por lo cierto, aún no han sido descubiertos.)

Y siendo franca, la realidad de que realmente uno no es lo suficientemente importante como para tener un propósito designado y realmente la única importancia que tiene nuestra existencia es la que decidamos darle, es deprimente.


¿Pero realmente es tan malo no tener propósito? ¿Realmente es tan horrible tener la capacidad de buscar y encontrar uno? ¿Realmente es tan mala la posibilidad de elegir?

¿Realmente es deprimente poder existir en un mundo de posibilidades constantemente cambiantes? ¿Qué tan desanimador es qué se nos dé la opción de escoger un propósito autoimpuesto para nuestras vidas?


Yo creo que lo realmente horrible es escoger vivir solamente lamentando el haber nacido, cuándo podemos hacer lo que sea para hacer de nuestro nacimiento algo que a nuestros ojos, haya valido la pena y sea importante.

Escoger abrirse a un mundo de posibilidades es algo terrorífico indudablemente, pero al final del día, el único sentido que la vida va a tener es el que nosotros le demos.


El propósito de vida: relevantemente irrelevante.


Hace miles de años, cuando los humanos tenían otra cosa en la que pensar además de su inherente irrelevancia en el universo, el propósito de la vida era sobrevivir.

Supongo que lidiar con el infinito abismo existencial que es nuestra falta de propósito es más fácil cuando tu única preocupación es no ser devorado por un animal salvaje y no morir de

hambre.

Con el tiempo, hemos evolucionado y el propósito de la vida evolucionó con nosotros, Lo que quiero decir es que encontrar un propósito explícito no debería de ser tan relevante cuando ni siquiera tenemos la seguridad de que existiremos mañana o del cómo va a cambiar nuestra vida por una acción insignificante.


Esto me lleva a exponer una realidad: la raza humana tiene un complejo de grandeza.


Cómo raza, hemos hecho cosas increíbles y magníficas que incluso podrían compararse con milagros, pero lamentablemente esto solo ha causado dos cosas; a) que se nos haya inflado el ego lo suficiente como para creer que somos lo suficientemente importantes como para tener

un propósito, y b) que ahora se nos exija o se espere que tengamos uno y nos sintamos deprimidos y desesperados por no tenerlo.


¿Pero realmente hay algún otro propósito más que vivir la vida y tratar de ser feliz haciendo lo que uno quiera sin dañar al prójimo?


Uno no tiene que tener cómo propósito ser el siguiente Beethoven o el siguiente Einstein para ser feliz. y tener cómo propósito el tratar de disfrutar una vida que fuimos obligados a vivir y en la que no hay nada certero, en mi opinión, no debería de ser causa de deshonor o burla.

Pero para disfrutar de la vida y de las infinitas posibilidades que esta nos ofrece, tenemos que estar abiertos a aventurarnos fuera de lo que conocemos y clasificamos como ‘seguro.’


Además de apreciar nuestra vida y al mismo tiempo no tomársela tan en serio, claro está. (Créeme, al menos de que seas un diseñador de modas renombrado, a nadie le importa que tu camisa beige no combine con tus zapatos color crema.)

Esto me lleva a mi siguiente punto: la única manera en la que la felicidad puede ser alcanzada es saliendo de nuestra zona de confort.


Confort: ¿necesariamente innecesario o innecesariamente necesario?


Todos hemos necesitado (y seguiremos necesitando) del confort y el placer que brinda lo ya conocido, de lo que hemos catalogado como ‘seguro.’ Hasta cierto punto, todos sabemos que tomar riesgos y posibilidades épicas y exorbitantes todos los días es agotador y que de cierto modo, merecemos un lugar seguro en este caos de

inseguridad llamado vida.


Puedo asegurar que absolutamente todos tenemos algo que nos brinda confort; para algunos un suéter, para otros una película, para otros una comida en específico.


¿Pero qué pasa cuando dejamos que nuestra vida se llene de este confort?


Claro que hasta cierto punto debe de ser cómodo el vivir en lo que ya es conocido día a día sin ver la necesidad de hacer un cambio o de abstenerse a este, típicamente por el normalizado y ciertamente justificado terror a lo desconocido.

Beber el mismo café todos los días, hablar con las mismas personas todos los días, vivir los días como si fuesen un video en bucle.


¿Pero por qué dejar que este video se repita una y otra vez, cuando es conocimiento general que incluso la más pequeña acción puede resultar en la más grande reacción?

¿Por qué beber el mismo café todos los días cuando en el mundo hay miles de millones de maneras de disfrutarlo?

¿Por qué hablar con las mismas 5 personas todos los días, cuando vivimos en un mundo lleno de diversidad en todos los aspectos?

¿Por qué repetir el mismo video en bucle, cuando hay tantas cassettes que podríamos ver en vez?


Con esto no digo que el confort sea malo, incluso yo me encuentro regresando a hábitos o costumbres que catalogo como parte de mi zona de confort cuando me siento abrumada o estresada, me refiero a que vivir para siempre en este confort es como estar muerto en vida.


No me refiero a que escoger la misma bebida todos los días sea inherentemente malo y debería considerarse una falta de respeto al abrumador milagro que es el mundo de posibilidades en el que vivimos; me refiero a que dejar que esta zona sea todo lo que conozcas y experimentes por miedo a lo desconocido es lo peor que puedes hacerte.


Es muy fácil que nuestra relación con nuestra zona de confort se vuelva tóxica, tan fácil que muchas veces no nos damos cuenta hasta que estamos sumergidos por completo en esta. Es fácil que el confort nos detenga a explorar las infinitas posibilidades que (con un poquito de

suerte) nos harían más felices que el meloso placer de vivir en nuestra zona de confort.


La única manera de ser felices y crecer como personas es atreviéndose a dar un salto de fe y vivir fuera de lo ya conocido, ser feliz y aprender a estar cómodos con lo incómodo.


Noticia de última hora: está bien no saber quién eres.


‘¿Quién eres?’ es una de las preguntas más frecuentes. Ya sea que te la hayan preguntado mientras intentaban conocer acerca de ti o si te la preguntaste a ti mismo enfrente del espejo mientras llorabas a las 3 de la mañana, todos hemos sido preguntados de una u otra manera por una descripción exacta de nosotros mismos.

Claro que viviendo en una sociedad donde ‘conocerse a uno mismo’ parece la cumbre de todas las victorias, no es extraño que estemos tan obsesionados con conocer perfectamente cada detalle de nosotros mismos.


Pero les voy a dar una noticia; uno nunca termina de conocerse por completo.


Todos nos conocemos hasta cierto punto; sabes qué te gusta y qué no tanto, sabes cuáles sabores prefieres, sabes qué te gusta hacer y que no, etc, etc. Pero la realidad es que somos seres que cambian todo el tiempo, cosa que no es de extrañarse cuando vivimos en un mundo tan inconsistente y en constante transformación.


Nadie es la misma persona que era hace 10 años, nadie es la misma persona que era hace 1 año e incluso nadie es la misma persona que era hace 5 minutos.


Cómo analiza Jung en su mapa del alma, somos seres increíblemente complejos con múltiples capas y fases, que están en constante transformación por factores tanto internos como

externos. Poniendo un ejemplo sencillo, uno no es el mismo qué es cuando está solo a cómo es cuando está con otros.


Por eso, no creo que realmente sea malo no saber quién eres; siempre y cuando tengas el interés y la necesidad de conocer nuevas partes de ti.


La realidad es que vivimos en una sociedad obsesionada con la identidad, pero si uno se pone a pensar, realmente no es tan importante no conocerse a la totalidad o no saber con exactitud de detalle cada aspecto de ti mismo cuando vivimos en un universo inundado por millones de

personas que se hacen la misma pregunta todos los días. Y es aún más irrelevante considerando la velocidad en la que absolutamente todo lo que existe en este universo puede cambiar en cuestión de nanosegundos.


Por eso, creo que es más lógico sentirse mal por “saber quién eres” qué por “no saber quién eres”, y aún así, también es ilógico, pues este autoconocimiento es tan cambiante como cualquier cosa en este universo caracterizado por el cambio y la evolución.


El sentido del que no haya sentido.


En conclusión, la vida es una experiencia que solo puede ser experimentada a través de los sentidos, las sensaciones y las memorias. Esta experiencia es vivida en el canvas de células y órganos que llamamos cuerpos. Algunas de estas experiencias pueden durar unos cuantos segundos, mientras que otras pueden durar años. Pero la realidad es que ninguna de estas experiencias- ya sean buenas o malas- duran para siempre, eventualmente pasarán y lo único que quedarán son memorias.


Así como estas experiencias pasan, la vida también lo hace. Justo eso es una de las cosas que son certeras en esta caótica existencia; el hecho de que algún día, dejaremos de existir.

Aparte de eso, realmente nada es certero; todo es la interpretación de un órgano rosa que ni siquiera conocemos en su totalidad debido a su complejidad. Básicamente, nada asegura que lo que estamos viviendo realmente exista.


Entonces, el sentido de la vida es entender que la posibilidad de que hayamos incluso nacido, existamos en el presente y que apreciemos este hecho como el milagro que realmente es, pero siempre cuidándonos de que no se nos suba a la cabeza.


Básicamente, el sentido de la vida es que no hay sentido, y por lo tanto, podemos elegir nuestro propio propósito.


Entonces; sal, ve afuera y da un salto de fe, atrévete a vivir felizmente en este caótico mundo y colecciona tantas memorias como sean posibles.

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